terça-feira, 31 de agosto de 2010

Crise no México: comentários de jornalista salvadorenha

KENY BRISEIDA

Amigos, indigna, duele, y da rabia pensar lo cruel e inhumanos que fueron esas personas que mataron a esos inmigrantes cuyo delito mayor era ir en busca de un mejor futuro para sus familias. Hasta ayer habían 12 salvadoreños entre los muertos, y no me extrañaría -aunque duela más- que haya más de mis compatriotas entre los asesinados.
Doy gracias a Dios que le haya dado una oportunidad de vivir al ecuatoriano para que los inmigrantes no quedaran ahí, olvidados, y con cientos de familiares llorando año tras año por no tener noticias de ellos, pero también me uno a la indignación que causa que se haya difundido su rostro, su nombre, y la identidad de su familia. A veces como periodistas perdemos un toque de humanidad para tener la primicia, y muchas veces se nos olvida que nuestra tinta puede provocar más muerte.
Amigos, lo hecho, hecho está, sólo nos queda orar por que esas almas encuentren paz, por que los asesinos se arrepientan y que las familias de los fallecidos los perdonen. También orar por que nuestros países puedan encontrar las condiciones para ofrecerles a sus ciudadanos una vida digna, que les quite el impulso para salir a arriesgarse en busca de un futuro mejor.
Mi hermano emigró ilegalmente hacia Estados Unidos hace 10 años de El Salvador, y nunca ha querido contar cómo le fue. Lo único que hace es tratar de olvidar lo que pasó y aún despierta en las noches con pesadillas por lo que tuvo que pasar para alcanzar el famoso "sueño americano". A Dios gracias puedo aún escucharlo al teléfono y saber que está bien. Me aterra pensar que su suerte hubiese sido diferente y por eso me solidarizo y vivo el dolor de las familias de los inmigrantes que perdieron su vida en esa masacre y por los miles más que han perdido su vida de una u otra forma en su viaje y cuyas muertes aún permanecen en el anonimato.

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