Está claro que Uribe violó la soberanía ecuatoriana (otra vez) y todo parece indicar que efectivamente los guerrilleros no estaban atacando, sino que dormían. Error grave por el que Colombia tiene que pagar diplomáticamente ante Ecuador: si.
Y aunque nada justifica que se opere por fuera de la legalidad, no saben cómo recibió Colombia (la que pasa ante mis ojos, claro) la noticia de la muerte de Reyes. Las Farc son un cáncer (no es el único que tenemos, pero es uno de los que nos está matando). Acaban de pasar una encuesta de un canal de televisión (uribista....) y dice que el 85% de las personas respalda el operativo en el que se dio de baja a Reyes. Pese a la posición particular del canal, no dudo que el apoyo sea grande.
La desesperación e impotencia histórica frente a la guerrilla y la falta de resultados por años y años hace que cuando se crea que se le ha dado un golpe a este grupo no importe cómo fue, sólo que se dio. Se hace la cuenta con el deseo: "un cabecilla importante menos=guerrilla desorientada=los estamos acabando=menos secuestros=menos masacres". No es tan sencillo.
Y en toda esta confusión entre los procedimientos inadecuados y el anhelo desesperado por despertar de la pesadilla "fariana", entra Chávez como caido del cielo. A él le sirve mucho este mal clima con Ecuador e hizo todo lo posible por empeorarlo. Busca razones para una confrontación, la provocación que protagoniza no es gratuita.
El dichoso computador que le encontraron a Reyes y que, según la Policía colombiana vincula a Correa y a Chávez con las Farc puede ser mentira o verdad. Sólo les digo que no he hablado con nadie que dude de que lo que concierne a Chávez es tal cual. Sus palabras, minutos de silencio por Reyes y la petición del estatus de beligerancia para un grupo que sólo causa terror afianzan esta teoría. Y duele, como colombiano, pensar en que ese hombre no entienda la dimensión del sufrimiento que causa la guerrilla.
Este pasó a ser el tema del almuerzo, la conversación nocturna, al llegar a casa. Todo aliñado por otras noticias, como las historias de los recién liberados y sus dramas de muerte en vida, que lo único que hacen es recordarnos cuánto daríamos por desaparecer del mapa a las Farc y a los paramilitares. Yo, que por ustedes ahora tengo amigos ecuatorianos y venezolanos, siento mucha tristeza cada que veo las noticias, porque observo a unos cuantos que, embravecidos a través de comunicados y ruedas de prensa, convierten en una guerra de pueblos algo que es un conflicto casi que personal.
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