Qué pena con mi hermanita colombiana "Colombia, Colombia ti ti ti ti", pero no es así como yo entiendo las cosas.
Las Farc no son el cáncer de este país, son el síntoma de una enfermedad antigua, a la que los gobiernos nunca le han prestado la atención necesaria y han encontrado como solución, como remedio: dar bala.
Que no se me malentienda. No me gustan las Farc. Son despreciables, al igual que sus actos y sus métodos.
Pero creo que años y años de conflicto y años y años de escuchar las mismas noticias de medios alineados del lado del poder van calando en la memoria colectiva. Señalar que el problema de Colombia son las Farc es olvidar el origen de las mismas y que de nuevo no se me malentienda, no estoy diciendo que su lucha es la misma de hace 40 años, pero sí que lo que causó su origen sigue intacto y que los gobiernos de Colombia, uno tras otro, no han hecho nada para solucionarlos.
Claro que la gente las odia, tanto, que muchos no ven con malos ojos la otra violencia la paramilitar. Tanto se odia a la guerrilla que hubo gente que salió a la calle a ondear banderas y celebrar y brindar por la muerte de Raúl Reyes.
Yo tampoco quiero que en Colombia haya más Farc, pero no a cualquier precio. El fin no justifica los medios.
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